Vivimos en la era de las comunicaciones, o eso es lo que nos hacen creer. Todos los días nuestro cerebro procesa una ingente cantidad de noticias que deberían aportarnos mayor conocimiento y hacernos más libres por tanto. Ahora bien, cabría preguntarse si tal saturación de información o en términos más exactos, infoxicación, puede llevarnos a lo contrario y explicaré, a continuación, el por qué de dicho argumento.
Antes de ello, me gustaría plantear otra cuestión relacionada con la idea de libertad y, más en concreto, con el hecho de si la misma puede plasmarse en la práctica. Dejando, por tanto, de ser un mero concepto abstracto de difícil enfoque que se aloja en lo más profundo de nuestro ser, a través de unas bases sentadas e impulsadas por una determinada clase social, denominada burguesía, que acuñó dicho término y lo viene utilizando hasta nuestros días, en la consecución de sus intereses, junto con otros dos: igualdad y fraternidad. Los tres se convirtieron en estandartes de ese conflicto social y político que pugnaba por establecer un nuevo régimen en la Europa de finales del siglo XVIII, el cual con el transcurso del tiempo ha dado sus frutos, propiciando la creación de una sociedad consumista e individualista como en la que actualmente vivimos que, ironías del destino, hiere y de qué modo los valores que una vez abanderaron dicha revolución.
Más sigo cuestionando la palabra libertad en todas sus vertientes, dado que si la misma significa poder no poder decir «yo deseo… » y, por tanto, un enmarcamiento de la imposibilidad de desear, este hecho resulta del todo contrapuesto a la frase que recoge el autor Spinoza y que dice así: «La esencia del hombre es el deseo» y, puesto que ambos términos se excluyen, cada uno que juzgue por sí mismo si puede existir la libertad como tal…
Reflexiones aparte y retomando de nuevo lo mencionado con anterioridad, no es de extrañar que algo que has visto u oído numerosas veces por un medio u otro, al final no haga otra cosa que pasar indiferente ante ti. Tras ese bombardeo de datos y cifras, nos encontramos con un mensaje vacío e insípedo en muchos casos; o bien, cuando esto no ocurre así, con diversas opiniones siempre sujetas a un ideario concreto que aún calando en las masas la realidad cogniscitiva en la cual han sido forjadas está totalmente fuera de su alcance, abrazando una percepción que no es la propia. ¿Podemos hablar entonces de libertad y, más concretamente, de libertad personal cuando únicamente elegimos entre las diferentes opciones que nos vienen planteadas formando, a partir de ellas, ideas que luego aprehendemos como nuestras aún teniendo su verdadero origen en la influencia de otras que nos han sido transmitidas por nuestro entorno cuando ni tan siquiera tenemos aún el suficiente uso de razón? No podemos obviar, en mi opinión, el determinismo al que estamos expuestos.
Sin duda, el hecho del que aquí hablo y con el cual he querido comenzar mi blog, no deja de ser un arma de doble filo que puede generar la uniformidad y alienación de pensamientos en muchos casos. Mientras que, en otros, no haga sino fomentar la continua búsqueda particular de la verdad, la verdad relativa que impera en cada uno de nosotros. Precisamente, esa eterna lucha en aras de la conquista de la sabiduría puede suponer, en sí misma, un lastre para el hombre. Debido a que dicha necesidad, surgida a partir de querer abarcar todo lo que nos es planteado, no hará si no esclavizarle de por vida.
Haciendo uso de la libertad que me ha sido concedida en este foro, he de decir que estoy en desacuerdo con algunos de los argumentos que planteas. En primer lugar, no estoy de acuerdo con la visión tan negativa respecto a la existencia o no existencia de una verdadera libertad en la Europa del Siglo XXI. Es verdad que, ahora mismo, personas como tú y yo estamos inmersos en una especie de libertad «relativa» ya que estamos obligados a seguir algunos de los caminos que nos proporcionan la sociedad y la vida. Sin embargo, también pienso que hemos de seguir algunos de esos caminos hasta el momento en el cual adquiramos el “respeto común” suficiente como para ser nosotros los que guiemos en lugar de ser guiados. Ahora mismo no le toca a nuestra generación, le toca a otra. Tenemos que esperar nuestro momento.
Pero volviendo al presente. Sigo considerando que aún en este momento gozamos de libertad. El mismo hecho que tengas este blog y pongas lo que te de la gana o que mañana decidas pillar un avión e irte a Groenlandia a trabajar de carpintera es una muestra de ello. ¿Que hay límites? Claro que los hay, siempre los tiene que haber. Pero el deseo persiste. Persiste para quien tiene las ganas y la fuerza para mantenerlo, porque sé que somos pocos los que aún no nos hemos conformado con lo que tenemos. Y, ojo, no me refiero a ir con los del 15-M(oda) y sacar nuestra pancartita ahora que es cool sacarla. Me refiero al día a día. Nos toca observar, tomar nota, aprender, para que cuando seamos nosotros los ancianos de la tribu y tengamos que transmitir el conocimiento estemos preparados para hacerlo.
Para todo esto sí creo que es MUY importante el rol actual de los medios de comunicación. No son perfectos, obviamente, y siempre nos condicionan. Pero son absolutamente vitales. A mí me encanta estar abrumado de información. Cuando estoy un par de días desenganchado de la vida lo disfruto; sin embargo, al volver a casa estoy deseando volver a engancharme y recuperar el tiempo perdido. Quiero poder procesar ese bombardeo de cifras y datos. Quiero que me importe que en Afganistán haya habido otro atentado con X víctimas, que haya una situación de hambruna crítica en Somalia, que hay una represión seria contra los derechos humanos en un gigante asiático. Es mucho más que un bombardeo de cifras.
Sin duda, si algo tengo en común con el ahora crucificado presidente Zapatero es que ambos somos optimistas empedernidos, no puedo evitarlo =P.
estro momento.